domingo, 13 de mayo de 2012

Un personaje.


El uso de maquillajes, pelucas y vestimenta voluptuosa, excesiva. El libertino engaña para cumplir con un marco, un parámetro social de quien debe ser, para mantener su puesto, y no sólo por-para eso sino para hacer más emocionante el juego de lo indebido. Pretender, fascinar, mentir, jugar a ser virtuosos cuando son libertinos, construir una imagen de bien, casarse y tener espacios secretos para encontrarse con el amante (no uno fijo, varios, uno detrás de otro). El poder del disfraz para exhibir el deseo (nótese que aún se apela a juegos con vestimentas en lo sexual). Inventarse, construirse a sí mismo como un personaje con una máscara o a través de cartas, siempre jugar a ser otro para actuar con libertad. Porque la libertad antes (y todavía) se concibe como algo amoral, la libertad absoluta implica cierto salvajismo (¿demasiada naturaleza?) que rompe con la moral introducida difícil de quebrantar sin ser juzgado.