lunes, 27 de febrero de 2012

El sofá: la retorica de Nansés.

   Sabiendo lo importante del discurso como estratega de seducción, la figura de Nansés como aquel seductor astuto, me ha llamado la atención.

  Nansés, al manejo de Crebillon, ha construido un discurso y un ambiente lleno de circunloquios, eufemismos, metáforas  y palabras con doble sentido,  que han engañado a la libertina y divertida Zulica. Lo sorprendente es que una acción tan deshonesta  y a veces transgredido por parte de Nansés, envuelven a Zulica con suavidad en sabanas de palabras que le dan la comodidad de liberarse -otra vez- frente a un desconocido.

  Deduzco que por debajo de ese mantel de críticas a la hipocresía de los parisinos más influyentes de la época, se encuentra ese morbo de escribir lo prohibido, de poder tener la libertad de narrar escenas maquilladas de aquellos actos pasionales

sábado, 25 de febrero de 2012

Elementos

A propósito del post de Rennyer y de mi comentario, es importante agregar que, la escena en que Armanda logra seducir a Harry se desarrolla en un baile de mascaras, ambos comparten un par de palabras, pero la seduccion se da apartir de las imagenes, de la vista. Armanda está disfrazada de hombre, y comenta a Harry que ha seducido a un par de señoras. Harry al no poder tocar a Armanda, por esta estar disfrazada de hombre, comienza a desearla mas, pero solo puede satisfacer su deseo por medio de la vista. -el voyeur Harry, y el libertino Armando-.

si bien El sofá es un texto en que las seducciones se llevan acabo apartir de la palabra, y es un buen ejemplo para lo que hemos dicho en el seminario de como se llega a la seduccion; hay que aclarar que el dialogo no siempre tiene que ser hablado, puede ser un intercambio de gestos sin la necesidad de articular palabra alguna.

lunes, 13 de febrero de 2012

En Buenas y malas palabras Angel Rosenblath narra la conocida historieta del diplomático y la dama "¿Qué diferencia hay entre un diplomático y una dama?. que el diplomático dice cuando quiere decir tal vez, cuando dice tal vez quiere decir no; y cuando dice no deja de ser diplomático. Y la dama cuando dice no, quiere decir tal vez; cuando dice tal vez quiere decir ; y cuando dice deja de ser dama." De lo anterior puede desprenderse que la diplomacia es una profesión profundamente femenina, el sutil juego de política/máscara es una de las principales herramientas de las que dispone un diplomático, quizás sea por eso que Casanova fuera tan destacado en la política veneciana donde nada parece lo que es. Sin embargo, detrás de la palabra falsa se esconde una especie de verdad, la labor del verdadero diplomático es descubrir las sutilezas que las separan.
En cualquiera de los casos la política es un juego de seducción y de estrategia nadie muestra sus verdaderas intenciones, como una mujer que aparenta recatamiento, el diplomático juega a ocultar, a disimular lo que realmente quiere. Las afirmaciones absolutas son prohibidas es por ello que para Casanova no existe el y el no como sentencias, son una negación de sí. Él, que es un diplomático, seduce en su profesión y es seducido en la alcoba. Un político perfecto.

viernes, 3 de febrero de 2012

Todo un teatro.

Escenario, actores, espectador. Los tres elementos esenciales de una representación teatral. Los mismos tres elementos que dan unidad a los relatos de El Sofá. Cada una de las narraciones, incluyendo el marco de todos los cuentos, son montajes de teatro, en donde el escenario es el cuarto, el tocador de la dama; los actores son los amantes y el espectador siempre es el Sofá, que también se convierte en actor la mayoría de las veces.

Crébillon entiende que el juego de la seducción es todo un teatro, que ambos actores conocen el final de la obra, pero que su parte de mayor disfrute es el momento de la actuación, el del mutuo engaño, la ficcionalización, donde ambos actores deben asumir distintos roles para alcanzar su objetivo.

Además, el autor sabe también que quien más satisface su voluptuosidad es el espectador, el mirón, el voyeur que está presente en todos sus relatos, no los actores que llevan a cabo la acción. Por eso Amanzei se convierte en un libertino más, el que mayor disfrute alcanza en cada cuento que relata. El lector, así como Amanzei, como el sultán, disfruta de cada uno de los relatos, se convierte quizá en el mayor mirón de la obra; el lector es el verdadero espectador de todo el teatro que es El Sofá, el más voluptuoso, el gran espectador, y por lo tanto, el mayor libertino de la obra.