A lo largo de mi experiencia adentrándome en la literatura libertina del siglo XVIII he sentido que he caído en un cuadro de Fragonard, especifico Fragonard porque me parece el más adecuado, en el caso de Boucher seria un poco más atrevido y normalmente la literatura libertina suele esconder más lo que pretende.
El ambiente Hedonista y lúdico expuesto en las líneas de los textos libertinos, la representación de las carnes y texturas, son mostradas y aplicadas de manera similar, a las pinceladas del rococó.
Este Cuadro que presento aquí, llamado “El Columpio” (1767) del magnífico Fragonard me transporto al cuento libertino “No hay mañana” (o viceversa), el paisaje frondoso como fondo, la belleza de los colores y texturas, recuerdan a aquel paisaje en donde los “enamorados” conversaban y se entregaban a la pasión, ese espacio con aire de paraíso griego. La Madame con sus respectivos gestos de coquetería lúdica, que deja caer su zapato sobre los pretendientes que sucumben ante sus encantos. La pincelada abocetada, permite relajar al espectador y lector abandonándolos en la simple escena.
Sin lugar a duda la influencia que ejerce el uno al otro, sobresale, o así lo he visto yo, no solo porque sus desarrollos se encuentran en el siglo XVIII sino también por la preocupación de ambos por lo estético y su delicadeza al presentarlo.
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