lunes, 28 de noviembre de 2011

Características formales de la Novela libertina. ( los personajes)

Del neófito al maestro filósofo

¿Es posible entender al personaje de la novela libertina como un héroe? Si entendemos el concepto de héroe dentro de la tradición crítica, entonces el personaje libertino no corresponde al adjetivo de lo heroico. El héroe, siguiendo a Aristóteles, es aquel que contiene el ethos social, representa los valores de una comunidad y la fábula lo que hace es mitologizarlo. Tantos lo héroes griegos como lo caballeros de la novela de caballería se determinan por llevar unos valores sacralizados que le permiten refrendarlos en sus acciones. Así el concepto de areté determina el ser del personaje que se esfuerza por acentuar su supremacía natural dentro de la narración. En la novela de caballería, el chavalier se hace mediante la aventure, mediante el tránsito de una minusvalía a la conversión en símbolo. El caballero resuelve las vicisitudes paso a paso y paso a paso va haciéndose un nombre. El nombre del héroe justifica el relato. Esto nos lleva a pensar que no existe un narración sin un héroe.

Con la llegada asunción de la novela moderna en el siglo XVII, la heroicidad y su relación de indentidad entra en crisis. Prueba de ello lo encontramos en El Quijote.

El personaje de la novela libertina, el libertino, puede ser un caballero y hasta un guerrero; pero también es cierto que vulgariza los objetivos tradicionales de lo heroico en una búsqueda del placer. Lo que coloca en decadencia el mismo concepto de lo heroicidad.

El libertino es un personaje que transita hacia la búsqueda de un objetivo que en vez de resaltar los valores de una sociedad, acentúa el gusto por reconfortar el imaginario de la propia individualidad. Ahora bien, a pesar de que los autores de este género son generalmente libertinos, la autoría se mueve sobre el anonimato. El anonimato libera los compromisos y, por tanto, las fronteras de lo que se debe y no se debe. Así como el libertino el sujeto que se mueve sin el apriorismo y la responsabilidad de una moral heroica. La libertad es vista negativamente porque no es un valor trascendental, por el contrario, la libertad dentro del materialismo no existe. El relato no se construye sobre la búsqueda de un ideal libertario, sino sobre la satisfacción de una metía lidiad y el regocijo en la voluptuosidad. El personaje es transgresión porque se ha vuelto pura retórica. Mis hay un valor en el personaje es precisamente en el reconocimiento del papel del discurso en la figuración de su realidad. Se vuelve un símbolo en la medida en que logra seducir.

Novela como Temidoro logra reflejar el papel del sujeto que logra un nombre gracias a la consecución expedita de sus deseos carnales. Su moral es ir recogiendo las oportunidades: "las flores nacen bajo los pasos de los que se dedican a esa carrera". El libertino es una máquina que se potencia en la voluptuosidad. Esta es la que demarca la trama. Esto transgrede el ethos de lo que de be ser un héroe, lo rebaja.

No obstante, la figura novelesca del libertino es altamente dinámica. No son estereotipos. Por el contrario, se adoptan a las circunstancias y más si esa circunstancia es discursiva.

Por otro lado es importante la relación que podamos establecer entre el personaje y e lector. Esta relación puede convertir al libertino en un héroe. Según Vincent Jouve (1992) en El efecto- personaje dentro de la novela, hay tres relacione se sencillez entre el lector y los personajes de un relato: la percepción- representación ( lo que se lee del personaje), la recepción ( las relaciones conscientes e inconscientes entre el lector y los personajes)  y la implicación(el efecto extra textual de la lectura). Estas relaciones pueden convertir a un personaje en un héroe independientemente de los valores colectivos que este represente.

En ese sentido, podemos observar que el libertino es un neófito, frívolo, ignorante, que deviene en filósofo, maestro,  y por tanto en símbolo. En definitiva, todo un héroe.   

lunes, 21 de noviembre de 2011

El erotismo y la muerte    
Una lectura atenta del Simposio platónico nos define lo erótico en su relación con la muerte y el conocimiento. A partir de la verdad se supera el odioso devenir del cuerpo. Sin embargo, no podemos circunscribir la muerte a fin de la vitalidad. Más bien, la muerte es entendida como aquello que es perecedero: los conceptos, los sentimientos, la luz y el sol.
Dice el poeta jónico Anacreonte:
¿A qué me instruyes en las reglas de la retórica?
Al fin y al cabo, ¿a qué tantos discursos
que en nada me aprovechan?
Será mejor que enseñes a saborear
el néctar de Dionisios
y a hacer que la más bella de las diosas
aun me haga digno de sus encantos.
La nieve ha hecho en mi cabeza su corona;
muchacho, dame agua y vino que el alma me adormezcan
pues el tiempo que me queda por vivir
es breve, demasiado breve.
Pronto me habrás de enterrar
y los muertos no beben, no aman, no desean.


II

De la dulce vida, me queda poca cosa;
esto me hace llorar a menudo porque temo al Tártaro;
bajar hasta los abismos del Hades,
es sobrecogedor y doloroso,
aparte de que indefectiblemente
ya no vuelve a subir quien allí desciende.

Lo erótico es un intermediario cruel que  formaliza lo que se escapa de las manos. Hace continuo, lo discontinuo; así sea un canto la materialización de ese desgarro. Si lo erótico es somático, entonces es discontinuidad  que se deteriora con el paso inexorable del tiempo, por eso se trasciende con la imagen imperecedera de la divinidad, las verdades eternas. De ahí, la necesidad del precepto, de las ascesis que garantice el camino de perfección que subordine lo que se convertirá en pasto de gusanos; pero si entendemos lo erótico como lo continuo, entonces es inevitable que la intrascendencia de lo físico se conjure con el trascendentalismo del cuerpo del lenguaje. Con el lenguaje y sus normas, se le da cuerpo al misterio. De ahí que hablar del amor no escapa de la metaforización de la nada.

Por otro lado, el sexo nos permite preservar la especie y superar la muerte; pero el sexo es animal. Para superar nuestra naturaleza instintiva, le damos al sexo, razón de ser y la única manera de diferenciarnos es con el lenguaje. El sexo se vuelve lenguaje, materia que dice y que crea lo que sin ella, solo fuera olvido. La signatura sin memoria. Ahora bien, nuestra animalidad y todo lo que representa, se vuelve siniestra con el lenguaje como médium de lo que debe y no debe aparecer. Ya Freud en su famoso ensayo, definía lo Umhilich como aquel miedo familiar que ocultamos en el inconsciente y sale a la luz como algo abyecto. La muerte le sienta bien al cuerpo que le oculta. Deviene de esta forma lo erótico como retórica

Ahora bien, en un proceso creciente de metatextualidad, la retórica termina por representar lo que el lenguaje develaba u ocultaba del cuerpo. Hay una retórica alta y otra baja. La alta se carga de afeite que ocultan lo bajo con las figuras alusivas del discurso ¡ Oh llama de amor viva! Gracias a los dioses: Dice Godard D’Acourd en Themidore : “El capote con que iba cubierto lo enmascaraba a la perfección” hasta el punto que el cuerpo enamorado sólo se reconoce en esos adornos. Lo demás es vulgaridad, es Selene, maestro de Dionisios, con su ambigüedad y abdomen abultado y escatológico. ¡Cuidado! lo pornográfico es enemigo de lo erótico. No hay nada más parecido que el Dinisiosios despedazado y desmenbrado que la la acción de los genitales en un film como Deep throat ( 1972) o de un texto de Sade.
Mientras la novela libertina se parece a las pinturas de Francois Boucher:

Sobre un altar sencillo por su construcción y hecho de madera de mirto se elevaban varios cojines enormes de seda y algodón; un velo de fino lino cubría la superficie del altar y una alfombra de tafetán de color rosa calado con lazos de amor, y enrollada en una de sus extremos, esperaba a que quisieran emplearla para cubrir alguna ceremonia. Con una vela en la mano me acerqué a ese respetable lugar. La propia Rozzette se había colocado sobre el altar, y sus manos estaban unidas sobre su cabeza, sin presionarla. Tenía los ojos cerrados y la boca  abierta para pedir alguna ofrenda: un rubor natural y lozano cubría su mejillas, el céfiro había acariciado todo su exterior; una muselina transparente cubría la mitad de su pecho, y la otra mitad se mostraba con descuido a las miradas; por un lado estaba permitido el examen y, por el otro, bajo la apariencia de estar prohibido, se volvía más excitante.

A diferencia de esta otra de Apollinire en las once mil vergas (1906-07)

Cuando hubo llegado a la puerta del viceconsulado de Serbia. Mony meó largo rato contra la fachada y luego llamó: vino abrirle un albanés vestido con unas enagüillas blancas…El vicecónsul Bandi Fornoski estaba completamente desnudo en el salón. Tumbado sobre un muelle sofá, se la meneaba vigorosamente; junto a él estaba Mira, una morena montenegrina que le hacía cosquilla en los cojones. También estaba desnuda, y, como se hallaba inclinada, su posición hacía resaltar un hermoso culo, muy rollizo, moreno y velloso, cuya fina piel estaba a punto de desgarrarse de tensa. (p 11)

El cuerpo erotizado en una retórica es como el cadáver expuesto de una santa, o una reina, o una puta, vestidas con sus atuendos que la caracterizan en sus roles. Adornadas para la muerte.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Pecando de gula


Estamos plagados de defensores de falsas libertades en una búsqueda falsa de bienestar absoluto (como los green peace en defensa de todas las matas y sus sentimientos), o que te venden como absoluto, modelos, lo que es una buena estrategia publicitaria. También estamos plagados de ese conservadurismo moralista, civilizatorio, caduco pero ambiguo que no deja de ser una forma beneficiaria de instituciones que se lucran engañando a la gente sobre salud, enfermedad, ética y estética bajo palabras del estilo: fe, patria, pueblo, amor y bienestar. A tales instituciones poco les importa la libertad pero la profesan como máquinas repetidoras. Alegando tantas cosas… Como ocurría con el siglo XVIII estos tiempos que corren lastran un montón de paradigmas que pertenecen a la modernidad y no juegan el mismo papel que antes; el mismo papel que en la modernidad. Por un lado, sabemos, se siguió un camino que llega a desmentir a Dios, la fe y que desmantela el eje de poder clerical, clasista y nobiliario. Los libertinos y los ilustrados pusieron su marca y determinaron la cumbre, y no por mucho, el final de una época. Establecieron incluso sus nuevos dogmas y esa nueva costumbre que era principiar por la moral del buen vestir, a la europea o americana para los que venían a este lado de la tierra. Ya terminando el siglo XIX la enciclopedia es un culto de prestigio, incluso en el XX, hasta hace poco, pero tienen ya detractores que encuentran otras formas de acercarse al conocimiento. Matar las viejas maneras, sustituir ese mundo teofílico por el de la razón (quizá más lujoso); seduciendo con un paradigma que tenía ya cierto tiempo construyéndose. El paradigma moderno demarca una época de corsés, sofás y adornos barrocos, prostíbulos y crisis políticas de corte actual. Un boom. El sostén y cimiento de muchas de las pestes y bondades que le siguieron. Por otro lado, estaba la intención moralizante de constituir un corpus ético de lo debido y lo prohibido, constriñendo con lo religioso lo carnal en algo maquinario, reproductivo, que con alguno que otro detalle era el legado a la modernidad de los medievales. ¿Cuál es el papel de la modernidad en este siglo? Hay mucho que decir sobre tal incógnita, se ha dicho mucho, libros enteros de miles páginas, pero... En lo que a mí respecta este principio de siglo (siglo XXI) es una época tan crítica y enferma, de salud o enfermedad, como aquella no tan remota época (siglo XVIII). Las crisis ponen un punto final, permiten que el cambió termine de tomar su ruta, su forma. Renuevan. Para poner un ejemplo de modernidad en el tope de la pirámide miren a Robespierre. Pleno siglo XVIII. La revolución. Seguro se guillotinaba el pito si asomaba la cabeza. Y murió decapitado. Qué otra forma de morir puede ser así de inclemente. Qué más hipócrita que Robespierre defendiendo a un Dios igualmente inexistente, la razón. ¿A qué vengo…? Veamos. La herencia de la modernidad en un contexto industrializado, globalizado y manejado casi por completo por las estadísticas se ve en la publicidad. Por otro lado en la red. Habiendo nosotros heredado eso que los libertinos utilizaron y desgastaron hasta sus últimas consecuencias en la literatura, desde la palabra seducción: la manipulación de intereses. Y es que los métodos de aproximación a la sociedad que utilizan los del oficio publicitario, pregoneros del dinero, el lujo y la comodidad, es el discurso de un Casanova (un italiano feo y apestoso que usa máscaras, habla muy bien, escribe muy bien, defiende una moral conservadora y al mismo tiempo visita burdeles y conventos desvirgando monjas y cogiendo putas). Nos legaron aprender a lo largo de la historia que la verdad la maneja el poder y que el poder reside en un algo ilusorio que es el intercambio. Con el papel, muy fuerte, que maneja el interés mercantil y político. Heredamos como motor de estos tiempos la «seducción» bajo el imaginario de las máscaras o el imaginario libertino, desde lo falso, lo que pretende, la máscara. Cuando apenas todo estaba explotando entonces. Ahora la maraña del conocimiento y lo que le subyace es implacable y mucho más enrevesada que antes. Lo que aplicaba a cierta clase social, con la literatura y otras pastillas subversivas se transpuso a diversos entornos… Dele diversas aplicaciones al ingrediente seductor y entonces se entiende que el manejo de los intereses basado en estereotipos (frases, modelos y demás que pretenden acomodar a la gente, todo desde el marketing) es una forma moderna de seducción. Y la misma aplica para todo, capitalizando. Tome en cuenta, lector, que todo, o casi todo puede verse (perspectiva) desde el cuerpo, la carne; aparato de placer, salud, bienestar en general. La salida natural es vender y comprar (o en su defecto venderse y comprarse) el cuerpo, o el placer del cuerpo, precisamente porque así es el modo en que nos presentan los qués y cómos de cualquier objeto, pero no como es sino como desea ser visto. De ahí la tendencia general a que en los comerciales de cualquier cosa se utilicen desde abdominales y calzones que marquen el pito hasta unas tetas escotadas y un culo en traje de baño de hilo para promocionar pasta de dientes, como parodiaba el cómico Donoso en uno de sus shows. El culto al cuerpo. En el que se busca complacer eso que mencioné que dice llamarse el bienestar (de corte económico-social), o el hedonismo. Entonces la salud, la enfermedad, la locura y el Internet, donde falseamos la identidad a nuestro beneficio, promocionando lo que deseamos que miren en nosotros. Es así como el mercado nos juega su coartada. En algún lado deben comprarte. El amado vende su deseo y la amante compra dicho deseo con su cuerpo, se deja seducir y seduce, un poco en términos de paradoja. Si no pides que te compren en el metro pidiendo plata, haraposo y maloliente, lo pides desde la cumbre en una valla que anuncia tu ser y existencia: vales lo que produces. Alimentas, desde principios modernos que aún se enseñan, el modelo de estatus económico y académico (que deriva, pienso yo, en la burocracia). Neoclásico o libertino, subvertir tal modelo con un antifaz. Por supuesto no podría faltar que además heredamos la razón. Junto con ella (y los ilustrados, neoclásicos), posteriormente, la inclinación desproporcionada hacia la ciencia y el progreso por el cual muchos basan lo que hacen.

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La idea de progreso, con su genialidad detractora, nos arrebata lo poco que nos queda de violencia (unas pocas libertades animales) violentando lo poco seguro que tenemos en nuestra intimidad. El mejor ejemplo de ello serían algunos países o lugares de dichos países que se tornan insoportablemente cuadrados, esquemáticos, ordenados: Suiza, Finlandia, por ejemplo. Países semiperfectos donde el desarrollo social y científico, productor está en la cumbre. En donde si bajas el escusado a las once de la noche y por mala suerte tienes un vecino insoportable que no tolera el ruido te manda la ley para que cumplas con el silencio sepulcral que se desea para la comunidad. En donde también las tazas de suicidio son algo elevadas… hay que matar la rutina, o la sensibilidad en algunos casos. La violencia pasa a ser censurada, castigada y podría decir que está muy bien, fino… pero hasta dónde. Un poco de ruido no mata, y lo que no mata engorda. Algunas instancias pretenden paliar los placeres básicos: sexo, sangre (como ver una pelea de gallos), ruido, droga, castrándolos legalmente. No digo que nos matemos a ras a tabla y el mundo se convierta en un despeñadero. Simplemente me limito a mencionar un poco de lo que nos nutrimos, orden y caos, y a desmembrar la analogía entre este tiempo, que algunos llaman posmodernidad, con esa modernidad por la cual evolucionamos a lo que somos hoy.
Todo lo que dentro de un sistema caduca y se envicia busca la ortodoxia. Un ejemplo sería la academia, eje de poder, ombliguista, farragosa cuando habla sólo por sí misma y no por lo que la rodea, muchas veces sin respetar el desarrollo natural de una lengua o el arte, en el caso de la crítica. Desarrollo animal, bruto. Más todavía La Universidad (la Universidad moderna que se ha perpetuado como institución). Que ya no es nada universal y que además se ha vuelto en muchos países el instituto técnico más valorado en el campo laboral, haciéndose no una Universidad sino una necesidad burocrática de la sociedad. Una universidad hoy en día puede ser más cercana a un circo que a una Universidad. Las contracaras del mundo (políticos, religiosos, admiradores de Justin Bieber, moralistas, veganos, drogadictos, putas, eclécticos y mucha gente que está difuminada entre todo lo anterior) nos han llevado, como a imberbes de la mano, a estupideces tan grandes como la infame y seductora propaganda a Kony, el genocida, para apoyar una intervención (como muchas otras de índole petrolero) de EEUU en Uganda. Y hay gente que llora de amor viendo el video… Libertinos e ilustrados. Vemos cómo el mundo se nutre de crímenes mientras en los tribunales se juzga al mundo. La malsonante política, tan seductora, marketing, y el mercado, marketing, y sus matices, marketing, muy seductores. Invadiendo cada rincón del planeta ahora globalizado. ¿Qué admite la razón? Bajo el influjo de la razón todos pueden tener la razón. Ella lo admite todo y todo puede ser forzado a ella…
Divergir y converger. Lugares comunes sobre los que se mueve todo, del que hablan Borges (la historia), Bolaño (la literatura) e incluso un Cioran (la humanidad). Y se pide orden. Tecnócratas con la cara larga y bonachones. ¿Las formas de supresión no son sustituidas una y otra vez? Claro, las cosas no son ni tan feas ni tan bonitas, Sábato hablaría de ello hasta quemar su garganta. Me conformo con haber mencionado algunas.

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«Veo que, con la mente imbuida de las fantasías que ha contado el conde de Gabalis, creéis que podéis darnos la inmortalidad, es decir, que hacéis lo que la naturaleza no ha juzgado conveniente hacer […] ¿Es verosímil que una esencia superior a la del hombre necesite ser instruida por éste y pueda verse obligada a obedecerle?»
(Claude Crebillón: El silfo, 1730)
           
Crebillón hijo (siglo XVIII), en El silfo, como tantos otros en esa cumbre de la modernidad duda de la esencia, el ser de las cosas, y recurre a la conciliación entre la carne y el espíritu que Epicuro consagraba, dando a entender en cierta medida la necesidad de desobediencia, ficción y control por la que evolucionó el arte y lo que lo acompaña.
Seducir con chupetas a niños hambrientos. En tanto que las cosas nunca tendrán valor por sí mismas. Y a Cristo hay que ponerle precio, un despropósito bien pensado por los beneficiados. Son muy parecidas la novela libertina al discurso moderno, caduco, que mantienen muchos (como el gobierno venezolano actual, élites, academias, religiones, universidades): hay que dar ejemplo, capitalizar, socializar, amenizar, ilustrar, ‘el país avanza’, ‘ser ejemplos de intelectualidad’ y abrir burdeles y narcotraficar mientras se habla de moral. Como algunos académicos que con todo su derecho mandan a la mierda al mundo por escoria y luego se santifican como élites. No mueven un dedo. Blandos. Déspotas inamovibles que alimentan su ego como todos unos modernos. Con la verdad absoluta, enciclopédica, que les concede un puesto de trabajo. Pura charla como dicen aquí. Convencer y comandar debería ser el slogan. La mejor faceta del libertino es la que se sabe hipócrita abiertamente. Qué se le hace… esto es sólo un lastre como el de cualquier pasado que indaguemos, ahora hay otras cuestiones que tratar; por ahí hay hasta quienes viven del aire. Si Crebillón, mejor aún Casanova se pusiera estos zapatos con los que camina el XXI, con tanta hambre por ahí, no le sería difícil babear a ingenuos como nosotros por pecadores de gula: todos consumiendo sin parar. Consumiendo muchos modelos. Más democracia, demagogia, rebeldes y conservadores, ortodoxos excepto cuando aceptamos que no somos nosotros; al menos no del todo. Un ejemplo de ello el Internet, en arte el cine. La consciencia de ser falso. Ahora el meollo está en que vamos, fuimos, de la voluptuosidad a la comodidad, utilizando el mismo método de venta (es de suponer que hasta los comunistas deban mercantilizarse), abarcarlo todo sin que nada quede por fuera. Todos rondando al lado de la gran chupeta que el Silfo nos ofrece. Una vasta fantochada atestada de fantasías.
A pesar de tantas cosas nos seguimos rebuscando. Para ello mantenemos cierta distancia, escépticos. Dudar, refutar, contradecirnos. Apostar por un mundo que se nutre de bajos instintos, matándonos de peste ya no tan libertina. Descubriendo máscaras como Sade a sus personajes.

lunes, 14 de noviembre de 2011

esos medievales apolíneos


La seducción cuando abandona el terreno pasional, que el cristianismo llama dulcemente amor, se torna un juego de estrategia en el cual predomina el carácter racional, lo apolíneo. La idea de que el amor tiene dos caras está expuesta por Pausanias en el Banquete de Platón, lo interesante sin embargo, es que afirma que la categoría más elevada de Eros corresponde precisamente a la que está despojada de sentimentalismos pasionales. El verdadero amor es entonces, aquel que permite explotar los límites racionales de las pasiones humanas.

De la misma manera que la economía establece planes de acción para controlar los  comportamientos irracionales del consumidor, la seducción principia por disfrazar y esconder tras el velo del amor, un decálogo de acciones que finalmente controlarán al amado/consumidor. En la Edad Media a esta estrategia terminó por dársele el nombre de amor cortés, toda una serie  de preceptos que dirigían el juego de seducción.

En tal sentido, el mundo medieval parece como siempre mucho más claro de lo que pensamos, la idea de que el amor es sólo un compendio de acciones y características aristocráticas está mucho más próximo a la racionalidad de lo que pudiera pensarse. En primera instancia, el amor no es para todos, el amor verdadero es sólo un estadio que pueden alcanzar los más altos nobles de las cortes europeas, el resto de los mortales son sujetos que sucumben a los instintos animales y que sólo sirven para dar continuidad a la reproducción humana. Por otro lado, la idea de que el amor no aparece mágicamente, como tanto ha querido hacer ver el cristianismo, sino que es el producto de una serie de acciones nobles de grandes gestos sólo nos recuerda que se trata de un acto racional, la Edad Media en ese sentido era netamente apolínea.

La idea moderna del amor mágico, ha tergiversado la concepción platónica de almas gemelas, no se trata sólo de almas que se encuentran de nuevo en este mundo defectuoso, se trata de encontrar empatías en un juego de estrategias en el que se reconoce a su par, no por una mirada mágica, sino porque a través del diálogo, que es el más racional de los instrumentos de seducción.

El erotismo en la novela libertina: apología a Dionisio. Parte II

No se puede hablar de lo erótico sin explicar el mito dionisíaco. Con Dionisio se configura la relación entre religión y eros. Cuenta la leyenda que Selene, encontrándose embrazada, pidió a su amante que le demostrara que realmente era Zeus. Este se lo demuestra, pero la destruye con sus rayos. Antes le extrae el feto y se lo cose en una de sus piernas hasta el final de la gestación. (ver la bacantes). El dios nace y le cuida en la montaña Nisas donde las ninfas nisiádas lo crían. Esta deidad tardía era adorada por los esclavos quienes atendían la agricultura. Por eso su relación con el trabajo y con la servidumbre. Lo dionisíaco, entonces, están emparentado con lo inculto y la pobreza.
Según George Bataille (1970), el trabajo fue importante para entender las nuevas forma de religiosidad y el quehacer con el cuerpo. Al industrializarse la riqueza, que antes provenía del botín de la guerra de los señores, se democratizó las costumbres. (Ver eros pandemos). El culto a Dionisio es la entrada al desorden que representaba estas nuevas clase productivas y una forma irónica contra la apolínea y prohibitiva forma del aristócrata, caracterizada por lo institucional y la estabilidad. El matrimonio y la prostitución eran formas estables de legitimar el uso del cuerpo:
[…]la práctica dionisíaca fue violentamente religiosa, fue un movimiento de exaltación, un movimiento de desenfreno… Esencialmente el culto a Dionisio fue trágico. Al mismo tiempo, fue erótico, fue un desorden delirante, pero sabemos que en la medida en que fue erótico fue trágico. En primer lugar fue trágico, y es un horror trágico que el erotismo termina por hacerlo entrar […] (p 46)
Fue trágico porque todo erotismo nace de la prohibición y toda prohibición es esencialmente sagrada: religiosa. Lo religioso excluye lo racional y pones reglas donde la razón no puede entrar. De ahí que el panteón griego se vea subvertido por un dios que propicia el frenesí y la transgresión. Apolo y Artemisa representaban una pureza y un ideal asexuado que regía los modos de ser hacer de la clase dominante. Dionisio, por el contrario se construye desde el espacio delo que no se debe. Naciendo así la tensión, el ditirambo o doble puerta. “Esta es la esencia de la religión oponer, a los otros, actos culpables, precisamente actos prohibidos”(p 48)
“la prohibición da su valor propio a lo que prohíbe. Muchas veces, en el preciso instante de comprender la intención de separación, me pregunto si por el contario, no he sido disimuladamente provocado.
La prohibición da un sentido que en sí misma la acción prohibida no tenía. Lo prohibido compromete la transgresión, sin la cual la acción no tendría el resplandor de la maldad que seduce…es la transgresión de lo prohibido lo que hechiza…
Pero este resplandor no es sólo el que se desprende del erotismo. También esclarece la vida religiosa, cuando entra en acción la violencia total, en el instante cuando la muerte abre la garganta- y termina la vida- de la víctima.
     ¡Sagrado! (p47)

domingo, 13 de noviembre de 2011

Moda y conquista en el siglo XVIII

Cuando pensamos en el libertinaje pensamos rápidamente en el factor resaltante de las obras de Sade: sexualidad. Pensamos en la conquista, en las parejas, en las fiestas, el alcohol y en el placer terrenal que tantos persiguen.

La conquista en el momento, era vista como un juego exquisito que podía ser logrado de mil y un formas diferentes. Engaños mediante palabras, y seducción por medio de miradas, son solo dos de las muchas cartas que tenian guardadas bajo la manga los libertinos del momento. La moda, especialmente en el caso de la mujer, era el medio principal utilizado para resaltar su sexualidad y probar un poco de ese fin dionisíaco.

Los trajes de Maria Antonieta de Austria, reina francesa en el siglo XVII, eran los que reflejaban la moda y el modelo a seguir por la aristocracia del momento. Moda de vestidos coloridos, apretados en la cintura y pecho, y con una ancha falda en forma de campana. La parte de arriba, incluye el corsé, el cual marca las curvas femeninas, y el escote, que generalmente aprieta y hace resaltar los pechos de la mujer para atraer en cuestión de instantes la mirada masculina. Esa parte superior, podríamos deducir que es la parte femenina que seduce a los hombres y los incita a descubrir el deseo que se encuentra bajo su falda. Una falda agrandada y robusta que esconde no solo el placer físico y pasional, sino el deseo de inmortalidad que se mantiene con el linaje.

Esto vuelve al hombre un animal de caza, que asecha, persigue y busca estrategias apolíneas para lograr su objetivo inmoral.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Un estratega sensual.

Cuando iniciamos el estudio de la literatura libertina, comienza a notarse con claridad ese juego llamado seducción, en el que sin duda hay que valerse de estrategias, y en este caso el libertino (el seductor) debe valerse del diálogo para lograr su cometido.

En el texto libertino del Silfo de Crebillon Fils se puede apreciar dicha declaración, cuando a lo largo de la ficción se desarrolla el juego de convencer a Madame S mediante las palabras. El silfo – ser celestial- se presenta como un deseo inevitable, y sobre todo como un ser sabio y precioso, además de hacer de su discurso el mayor de sus adornos, haciéndose invisible este ser deja ver que el seductor no va solo de una apariencia exquisita sino de una retórica que convenciese, incluso, en “El Banquete” de Platón, se le da importancia al recurso discursivo, en una especie escala para llegar a la contemplación de la belleza de la manera más pura:

(…) “El que quiere aspirar a este objeto por el verdadero camino, debe desde su juventud comenzar a buscar los cuerpos bellos. Debe además amar a uno solo, y en él engendrar y producir bellos discursos” (…)

Es menester comprender al libertino no sólo como un individuo sensual, sino también como un intelectual, un estratega que derrota y vence mediante la palabra.

lunes, 7 de noviembre de 2011

De seductor a seducido.

No es sólo el hombre quien posee la facultad de seducir; también la dama conoce y sabe cómo y en qué momento hacer uso de sus dotes seductoras. La mujer puede iniciar un juego de seducción que hará que el libertino se vea inmediatamente tentado a continuar y finalizar. Aquí reside una de las grandes facultades de la dama: ella puede insinuar sus intenciones sin necesidad de palabra, iniciar el juego pero nunca finalizarlo, obligando así al libertino, si se ha captado su interés, a correr tras ella, alimentar la llama que ya ha sido iniciada, aplacar las exigencias del cuerpo.

Sin embargo, la mujer puede también convertir al seductor en seducido; al cazador en presa; al maestro en alumno. El hombre ante la mujer puede pasar a ser víctima de su propio juego. La dama hace uso de todas sus dotes como seductora y encarcela al libertino en la celda que él mismo ha forjado, convirtiéndose en su esclavo, a merced de lo que su nueva ama desee. Esta situación se puede apreciar en la tormentosa relación que por corto lapso mantienen Temidoro y Rozette, antecedente de la relación que más adelante inmortalizaría Proust con Swann y Odette.

En la novela de d’Aucour, Rozette es quien maneja a su antojo la relación que mantienen ella y el lujurioso joven Temidoro, llegando incluso a poner en peligro su posición dentro de la sociedad y su situación económica. Rozette se convierte en la libertina por excelencia. Hace uso de todas sus facultades para mantener a Temidoro como su esclavo. Tan fuerte es la influencia que llega a tener Rozette sobre Temidoro y el deseo de este siente hacia ella, que arriesga su posición y la de su padre con tal de vengarse de quien le puso la trampa y, finalmente, salvar a Rozette de encarcelamiento en que ha caído.

Por descontado, el materialismo se encuentra presente, como una sombra invisible que maneja a cada uno de los personajes a su antojo y los obliga a caer continuamente en tentación. A lo largo de la novela hay un desfile de prendas de vestir, bebidas, comidas, muebles, accesorios, lugares, que incitan a los personajes a dejarse guiar por los placeres que reclama el cuerpo, a intentar aplacar sus insaciables deseos.

El erotismo en la novela libertina: Parafraseando a Platón.
¿Cómo entenderemos la concepción de lo erótico dentro de la Novela Libertina del siglo XVIII? Para ello es  importante tratar de configurar lo erótico y detenernos en sus  elementos más importantes.
En el Banquete de Platón lo erótico es un tema que gira alrededor del diálogo, entendido este como una forma de procreación y, por tanto un de las manifestaciones del erotismo: para celebrar el éxito teatral de Agathon -autor de Las Flores- se reúnen sus amigos, entre los que destacan  Fedro, Pausanias,  Erixímaco,  el comediante Aristófanes, Aristodemo- el relator del diálogo a Apolodoro-  y el infaltable Sócrates.  Erixímaco, por su templanza, asume el papel de sympociarca y sugiere alabar la figura del Eros.  Fedro empieza afirmado que Eros es el origen de todo los dioses y autor de los mayores bienes, en especial el de la virtud. Un amante, para Fedro es un hombre maduro que se avergüenza de aquello que se aleja de la honestidad. El Amor entonces es una fuerza que nos ayuda a realizar acciones hermosas ofreciendo, inclusive, la vida.
Posteriormente habla Pausanias que señala que como hay dos Afroditas, también, existen dos Eros: el Urania y el Pandemo. El uno es el amor a lo bello y éste es masculino porque no tiene madre; el otro es vulgar porque ama el cuerpo y, como consecuencia, lo que deviene, lo incierto. Además, agrega que Eros no es bello ni feo por naturaleza, sino que se hace mediante la acción. Dice Pausanias:
[…] es asombroso el aliento que de parte de todos recibe el que ama, porque se piensa que no hace nada vergonzoso, y que se estima hermoso hacer una conquista y vergonzoso no hacerla; y, con respecto al intentar hacer la conquista, la costumbre concede posibilidad de alabar al amante que lleva a cabo actos extravagantes para conseguirlo, mientras que si alguien se atreviera a hacerlos persiguiendo cualquier otro fin y con eso deseo de obtener una cosa que no se ésa, cosecharía los más grandes reproches. Pues si alguien por querer obtener dinero de una persona o conseguir un cargo público o cualquier otra influencia, estuviera dispuesto hacer las mismas cosas que hacen los amantes con respecto a sus amados ( cuan do emplean súplicas y ruegos en sus demandas, pronuncian juramentos, duermen a las puertas de sus amados y están dispuestos a someterse a servidumbre tales que ni siquiera un siervo soportaría), se le impedirá llevar a cabo tales acciones…ya que los unos le reprocharían sus adulaciones y sus actos impropios de un hombre libre, y los otros le amonestarían y se avergonzarían de su comportamiento. En cambio, el enamorado que hace todo eso si hay cierta gracia, y le es dado por costumbre obrar sin temor al reproche, porque piensa que lleva a cabo una acción hermosa…Los dioses y los hombre han concedido libertad absoluta a los amantes.
Si hay libre albedrío y a las acciones de los amantes son la que le dan valor a Eros, entonces es imperativo un ars amandi que prescriba en la conquista, las acciones que devengan en vulgares. En ese sentido,  un ser amado no debe dejar seducirse fácilmente, debe poner a prueba la virtud del amante. Si este es firme en su propósito, entonces sabrá resistir y tener paciencia y logrará entrar en el circuito del Eros Urania.
En tercer lugar habla el médico Erixímaco. Este comienza reafirmando la dualidad de Eros en el cuerpo representado por la salud y la enfermedad. La búsqueda de la armonía es necesaria para rescatar el fruto del placer de los que exceden el Eros Pandemo.
Aristófanes, por su lado, cuenta el mito del Andrógino para explicar a Eros como la necesidad de la unidad perdida a causa de la soberbia de los dioses y la falta de humildad  del ser primigenio.
Agathon, el penúltimo orador, habla de las cualidades. Eros es una necesidad de lo delicado, lo flexible, lo  justo, la  templanza y sobre todo, la juventud
Finalmente habla, con su tradicional mayeútica, la figura acicalada de Sócrates. Este comienza por criticar  la falta de fundamentos de los discurso de sus predecesores e inicia su intervención arguyendo que es un ignorante del tema. Como consecuencia de su desconocimiento, cita lo escuchado a la sabia Diotima.  Para ésta, Eros es lo que permite acercarnos a la sabiduría. Es el puente que convierte lo terrenal en divino y trasciende nuestra condición finita. Eros es creación (poesis) y hace de la procreación una constante eterna de la naturaleza. AMOR ES NECESIDAD DE INMORTALIDAD.
En esta primera parte, quisiéramos recoger la idea del eros como un intermediario que permite la trascendencia de la condición finita del humano. El eros es poesía que eleva el cuerpo material a la inmaterialidad de lo religioso, lo ético y lo estético. Aquí es donde entra en escena el libertino.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Retrato social

Si bien El silfo es un texto sencillo, sobrio, que se puede decir que plasma en sus líneas un arts amandi. Es importante llamar la atención sobre un elemento que se encuentran en el texto y que puede pasar desapercibido: El autor utiliza el recurso de lo onírico para retratar su sociedad. El cuento de lo ocurrido con el silfo comienza con la mujer leyendo en su cama, y termina con la irrupción de la criada en la habitación espantando al silfo -sacando a la mujer de su sueño- para Freud los sueños son espacios donde se pueden encontrar elementos del inconsciente, ya que cuando las personas duermen bajan la guardia del consiente, y este deja filtrar a cuenta gotas elementos reprimidos y almacenados en el inconsciente. Esto es importante por la analogía que guarda con la institución social del siglo XVIII, quienes censuraban la novela libertina y todo comportamiento fuera de los parámetros moralmente impuestos, aun así la novela libertina se seguía publicando. La aristocracia que en esta época era quien imponía todos los preceptos sociales, paradójicamente transgredia toda esta represión de manera velada.